CONOCÉ DÓNDE ESTÁ EL CAMPO EN TU VIDA

Ni mejor ni peor: diferente

el campo en tu vida

Por Huberto Bourlon

Soy productor agrícola hace ya más de 10 años, prefiero no contar cuántos. Durante todo este tiempo fui adoptando y probando distintos tipos de sistemas productivos para diferentes cultivos: labranza convencional, labranza cero, agroecológico, mixto, una mezcla de varios. Es importante aclarar: casi siempre en el mismo terreno. Y siempre soñé con tener algún lote certificado orgánico aunque todavía no pude. Hoy me encuentro en etapa de desarrollo de un proyecto de agricultura vertical in-door (ya les contaré más delante de esta aventura).

¿Por qué esta breve introducción? Porque vengo a derribar un mito. No hay competencia entre productores de diferentes métodos de producción. Sí, es increíble ya lo sé, pero es cierto: nosotros los productores somos bastante competitivos pero justo en esto no hay peleas. Convivimos todos en paz y cada uno produce de la manera que más le gusta y le genera más rendimientos y beneficios, no solo económicos. No se olviden que también somos personas y tenemos múltiples motivaciones.

Siempre que se sigan buenas prácticas agrícolas, no hay diferencia de sabor o de calidad por la manera de producir un vegetal, fruta o grano. Las diferencias vienen por otro tipo de decisiones técnicas o por necesidades de los consumidores que a veces quieren comer frutillas en pleno invierno o mandarinas en verano o tener tomates que no se pudran dos días después de ser comprados.

Volviendo a la parte filosófica del asunto, hoy los que sí están enemistados son los consumidores. En un rincón del ring están los fundamentalistas de los alimentos orgánicos y, en el otro, aquellos que necesitan alimentos de calidad en cantidad y a buen precio. Estos últimos no saben de esta rencilla, como muchas otras peleas solo existen en el imaginario de algunos.

Hoy lo importante como productores es ser diversos y abiertos, ya que hay diferentes demandas de los consumidores y estamos obligados a atenderlas todas. El cliente casi siempre tiene la razón y, si está dispuesto a pagar más por un producto, hay que darle ese producto. Nada de andar discutiéndole en este sentido. Siempre repito lo mismo: educar sí, discutir no.

Para terminar de redondear esto, les cuento el caso de una famosa bodega biodinámica (un método de producción muy interesante que merece un capítulo aparte). Ellos siempre respetaron esta manera de manejar sus viñedos. Hubo un año en que se enfrentaron a una plaga de hormigas imparable, corrían el riesgo de perder todo y tuvieron que recurrir a distintos fitosanitarios. ¿Esto alteró su producto? Por supuesto que no. ¿Dejaron de ser biodinámicos? Tampoco.

Como todo en la vida, en la producción de alimentos hay que estar dispuesto a buscar soluciones a los problemas que se nos presentan y esto no trae aparejado renunciar a nuestras creencias.